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Escribir en un cuaderno

Notas acerca del liderazgo y evangelismo. Consejos biblicos acerca de la vida y la evangelización. 

El suicidio y el pastorado

Hace unos días Desperté con la noticia del suicidio de este joven y exitoso pastor de 30 años en la ciudad de Chino, California. Pueden ver la noticia aqui: www1.cbn.com/…/california-church-shocked-after-pastor-commi…

Hay mucha carga sobre los hombros de un pastor. Pocas profesiones tienen el peso de la responsabilidad de batallar con los problemas de la gente, las crisis de las familias, los desafíos de una cultura que confronta constantemente con los valores de la fe, la cargada agenda de eventos y actividades, los desafíos financieros y especialmente la guerra espiritual en la mente y en las emociones de un pastor que al fin de cuenta no es más que hombre con un llamado. La gente a veces no toma en serio al pastor. Lo buscan para que los ayude en sus crisis, para que ore y oriente a sus hijos, para que les de ánimo y les consuele. Después siguen con sus vidas. Ellos piensan que un pastor no necesita nada. Que es una especie de super hombre o super mujer, o tal vez una suerte de ángel sin las necesidades de los demás mortales. Lo peor es que algunos pastores nos creemos eso y vivimos de acuerdo con esa falsa impresión de las personas. Entonces nuestras vidas más tarde o más temprano, revientan. Las personas creen que “el llamado” es una especie de manto mágico que hace al pastor un ser de otro planeta. Que si tiene el llamado no se debe quejar, deber ser feliz y debe ser ejemplo a la multitud. Pero la verdad es que la mayoría de los pastores tienen su “Getsemaní” casi cada semana. ¿Recuerda la experiencia atroz de angustia, soledad, temor y duda que vivió el Señor Jesús en el huerto de Getsemaní? Las personas piensan que el llamado te hace invulnerable e invencible. La mayoría de la gente no tiene idea del manto de soledad agobiante que con frecuencia viene contra su pastor. Hay personas que todavía tienen del pastor la misma imagen que tienen del cura o sacerdote que vive en el monasterio y sólo sale de allí para dar la misa el domingo. Nada más alejado de la realidad.

Mi punto aquí es que cada vez necesitamos más iglesias comunitarias y menos iglesias apoyadas en un hombre, donde todo pasa por el pastor y donde se espera más de él que Dios mismo. La gran paradoja es que las mismas personas que dicen que no tienen tiempo para servir en la iglesia tienen tiempo para hacer un montón de cosas fuera de la iglesia. Sin embargo, es a la iglesia donde acuden presurosos cuando las cosas se ponen mal. Cuando los confrontas, se ofenden y se van. No hay pastor, por más fuerte y sano que sea, que resista incólume las contradicciones, las demandas, la ingratitud y la indiferencia de ciertos individuos. Pero con personas cada vez más demandantes y cada vez menos comprometidas no se podrá ganar el mundo para Cristo. ¿¿Cómo llegamos al punto de tener que poner una cafetería en la iglesia, sillas super Pullman reclinables, parque de diversiones para los niños y wifi para que la gente venga?? ¿No se supone que la gente viene a la iglesia a buscar a Dios?

Los pastores están cansados de ministrar a personas que sólo están enfocadas en su propia necesidad y en sus propios intereses. Esta es una cultura ego-centrada. Tenemos hermosas iglesias centradas en complacer “al cliente” en lugar de complacer a Dios. Si puedes llevar a tus hijos al fútbol, a la danza, a karate y a natación entonces los puedes traer a la práctica del coro en la iglesia y a las clases de escuela bíblica. Si puedes pagar por el club, por el gym, por el restaurante y tantas cosas más puedes pagar por la construcción del templo donde crecerán tus hijos y donde aprenderán a defenderse del pecado, de la droga, del alcohol y las malas compañías. ¡Despierta iglesia! ¿Cómo es que estás demasiado ocupado para servir a Dios? Algo tiene que cambiar en esta generación si no queremos perder la batalla. Si estamos acá es porque nuestros padres y nuestros pioneros hicieron su parte y vencieron en su generación y nos dejaron un legado, una iglesia y un ministerio. ¿Vamos nosotros a hacer nuestra parte? ¿Vamos a dejarle una iglesia a nuestros hijos? Cristo murió para salvarnos de nuestros pecados, no de nuestras responsabilidades.

Es fácil juzgar o tejer interpretaciones cuando un pastor se quita la vida. Pero es difícil ponerse en sus zapatos, caminar a su lado, brindarle el apoyo, orar por él y su familia como él lo hacho por la tuya. El gran pecado de las instituciones cristianas y de las congregaciones de esta generación es dejar solos a sus pastores. Como curas en el monasterio. Tenemos que despertar iglesia. Dejar de ser clientes consumidores de servicios y predicaciones y volver a ser un ejército espiritual, un pueblo dentro de otro pueblo, una fuerza motriz, una fuerza misionera en la ciudad, un agente de cambio en la cultura. La responsabilidad es de todos, no sólo de los pastores. Hemos construido iglesias sobre los hombros de los pastores en lugar de construirlas sobre la roca que es Cristo.

Mi “visión” de la iglesia que pastoreo, me hizo comprender que esta congregación no depende, ni debo hacerla depender de mis habilidades ministeriales, o mis dones, o mi unción. Si así lo hago, terminará siendo un hermoso cristalero siempre al borde de romperse. Es la iglesia de Cristo. Él fue quien murió por ella. Él fue el que pagó con su sangre por cada vida. No es mi iglesia, ni son mis almas. Dios es el líder de mi iglesia. Es en SUS manos que la iglesia está segura, no en las mías. Yo, junto con mis hermanos somos instrumentos para sus propósitos. Ni más, ni menos.


Escrito por

Pastor Andres Miranda.


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